miércoles, 17 de febrero de 2010

caramba…


¡Qué puntería! ¿Os habéis dado cuenta de que fue deciros que me quería ir este año a Grecia y saltó el gran batacazo económico griego? ¿Y ahora, qué? ¿Qué implicaciones tiene? ¿Va a estar todo más caro por la subida de impuestos? ¿Más barato si se sale del sistema monetario internacional? ¿Me engañarán menos si les obligan a expedir recibos por todas partes?

Todo son dudas. Acabo de coger el suplemento salmón de El País de este domingo y tampoco me ha aclarado nada. Esto no es de extrañar porque creo que es la primera vez que me leo un suplemento de economía y os juro que me ha costado concentrarme. De hecho, el primer artículo ha podido conmigo al segundo round, digo párrafo. He conseguido leer otro centrado en la situación interna griega y la verdad es que es lamentable ver como un país entero -del que ahora a los periodistas no les empalaga decir que es la cuna de la cultura europea y de la democracia en un ¿brillante? ejercicio de cinismo- ha engañado a Europa, maquillando cuentas, con un déficit espantoso, una productividad bajísima, una sensación de que se podía vivir de la sopa boba funcionarial rascándose cualquier parte de la anatomía situada por debajo del ombligo y con una economía sumergida muy boyante…

También era lamentable enterarse de que Súper Sarkozi y X-woman Merkel se calzaron sus trajes de súper héroes no para ayudar a Grecia, sino para venderle 6 fragatas y 30 aviones eurofighter, no fuera a ser que el negocio lo hiciera el amigo americano.

En definitiva, que nadie sabe lo que va a pasar, que ha riesgo de pérdida de poder adquisitivo para la población griega y que es posible que paguemos el pato, y bien caro, los turistas.

Si alguien entiende algo de economía, que me ayude, por favor.

lunes, 8 de febrero de 2010

un dibujo


- ¡Ya te dije que no ibas a llegar a nada, zoquete!
- Pero, pa...
- Calla, ¿dónde te crees que conduce esto? ¿Tú ves una salida razonable y de provecho a esa curva que se cierra en sí misma? Ahí vas tú de cabeza, ¡a la nada! ¡al punto cero de la indigencia!
- ¿La indi... qué..?
- ¡Indigencia, ceporro, indigencia! eso mismo de lo que tu madre y yo queremos librarte y por lo que se ve sin éxito. ¿De qué nos han valido todos nuestros cuidados, todo el esfuerzo, todo el ingente dinero que hemos destinado a tu educación? ¡De nada, Señor, de nada! Anda, di algo, desalmado, di algo coherente si eres capaz..
- ¿Cohe... qué?
- ¡Coherente, inútil!
- Es que... la espiral... no va de fuera hacia dentro, va de dentro hacia el infinito. ¿Entiendes?

Durante los primeros años que estuve en la Universidad, heredé en mi despacho este dibujo de Quino. Era lo primero que veía cuando abría la puerta. A veces me lo quedaba mirando sin más. Pasó el tiempo, dejé aquel despacho y la Universidad y lo perdí de vista. Pero era irremediablemente tarde, se había quedado grabado en mi retina. Y también en mi memoria, mi conciencia y mi corazón.

Aquel dibujo era un grito de libertad y de rebeldía. Una proclama de que otro mundo es posible aunque el sistema, personificado en el padre abroncador y la madre altiva intenten meternos en vereda con riñas tan inútiles como trasnochadas. Porque cuando la libertad de pensamiento echa raíces no hay corsé social que la pueda ceñir.

El niño agacha la cerviz con cara de culpabilidad, pero todos sabemos que esa culpa no le pertenece sino que se la intentan inculcar para tenerle acongojado entre las líneas rectas. Porque la culpa nunca es nuestra, la culpa nos la inoculan los convencionalismos sociales, la “buena” educación y, en definitiva, la manipulación emocional. Si continua con la cabeza gacha ese niño terminará siendo un adulto amargado e incompleto que no conseguirá sentirse él mismo puesto que estará atosigado por la carga de la culpa adquirida y cultivada a lo largo de su vida. Es duro pero preferible que levante la cabeza a tiempo y proclame con decisión y firmeza que le gustan los círculos. Sin duda provocará un terremoto a corto plazo, pero a la larga podrá vivir en paz consigo mismo por ser libre de ser quien quiere ser. Y esa libertad, lleva a la felicidad y, no lo olvidemos, la felicidad puede ser contagiosa.

Tal vez por eso nos quieran amargar con cuadrados, porque una persona feliz sabe lo que quiere y no se deja manipular.

http://www.elpais.com/articulo/portada/Cuidado/chantajes/emocionales/elpepusoceps/20090524elpepspor_5/Tes



Gracias por el diálogo del principio.


martes, 2 de febrero de 2010

las razones



Ahora que mi paseador favorito se ha ido a dar una vuelta por Nueva Orleáns me empieza a picar el gusanillo a mí también. Cuando estábamos en el último tren en la India me preguntó Ignazio que cuál sería mi próximo viaje. Y no me lo pensé dos veces cuando le contesté que Grecia.

Desde bien cría me ha atraído Grecia. Cuando era pequeña soñaba con un elegante traje de tirantes fruncidos, cogido a la cintura y falda con vuelo. Me leí la mitología griega de cabo a rabo y siempre consideré que los romanos eran unos copiotas y que el auténtico era Zeus y que se quitara de en medio Júpiter. Luego en el instituto nos dieron la oportunidad de cartearnos en inglés con chavales de nuestra edad de todo el mundo, y yo elegí un griego, aún me acuerdo: Dimitris Georgantzos “el Garbanzos”, de Patras. Nos escribimos una o dos veces y gracias a mi proverbial pereza epistolar se cortó la comunicación. Lo busqué el otro día por Internet, pero, obviamente, no encontré nada. Debería hacerme de Facebook que dicen que viene muy bien para estas cosas, pero soy un ser asocial en ese sentido.

Pasaron los años y yo seguía soñando con Grecia. Y hablando de soñar, no os quiero contar lo que pasó por mi imaginación cuando empecé con esto de las piedras. Cuando conocí al que sería después padre de mis hijos le planteé irnos de viaje allá, al fin y al cabo a un arqueólogo le tiran también las piedras viejas, que es de lo que viven. Sin embargo, le surgió la oportunidad de ir allí por un tema relacionado con el que años después sería su trabajo y volvió tan decepcionado (bueno, en realidad lo ponía a parir y compara Atenas con Santa Coloma de Gramanet) que comprendí que nunca iríamos juntos allí. Así fue.

Esta vez sí, por fin, lo voy a hacer. Me voy. Me iré. De momento solo sé que me quiero ir a Grecia como idea general, tirando de avión e interrail y sola –se aceptan compañías/encuentros con la gente que quiero-, pero no sé fechas ni itinerario. Por ahora, lo único que he hecho es imprimirme un alfabeto griego y ponérmelo en la pared para ir acostumbrándome.



Desde aquí se admiten todo tipo de sugerencia, comentario, recomendación o contacto. Gracias de antemano por ayudarme en mi aventura de cumplir mi sueño.