martes, 17 de noviembre de 2009

lo que cuesta una lata de escabeche



Ante todo, vaya por delante mi alegría por el final feliz del secuestro del Alakrana. Lo que importa es que la vida de esos marineros, no sólo los treinta y seis españoles, sino la de los cuatro ganeses, ocho indonesios, dos ivorianos, dos malgaches, tres senegaleses y uno de las islas Secheylles se haya salvado.

Sin embargo, me quedan ciertas dudas que no alcanzo a entender, como por ejemplo el lío que se montó con los dos piratas detenidos, que luego resultó que no eran piratas sino cómplices y por eso se monta un paripé judicial para imputarles "minidelitos", muchos pero pequeñitos, de tal manera que se organiza todo para juzgarlos en quince días - ¿Qué pensarán los detenidos en prisión preventiva durante meses y meses ante esta inusitada celeridad?- y que no tengan una pena superior a seis años y así poder expulsarlos (creo que era así). Todo porque la repatriación de esos "presuntos" (qué ilusión poder escribir la palabra más famosa del léxico español) piratas era condición indispensable para la liberación de la tripulación del atunero. Ayer hacen semejante malabarismo judicial para que hoy los liberen previo pago del rescate. Previo pago del rescate... ¿pero no decían que no se iba a pagar nada? ¿Nada son 2,6 millones de euros?

Vale, lo importante es que estas navidades esos marineros comerán los turrones con su familia, que lo debían de ver muy en el aire, pero la verdad es que no entiendo la gestión del gobierno. Se ha organizado un cierto desbarajuste, que aquello parecía una película de los hermano Marx en la que a la ministra Chacón le ha tocado el papel de Harpo, ver, oír y, sobre todo, callar. Todo para que al final lleguen a una "bajada de pantalones" en la que todo conduce a que no sólo se paga el rescate, sino que además en breves fechas, los dos detenidos es más que probable que vuelvan a su tierra -o su mar- a campara por sus respetos.

Los armadores tampoco se han quedado atrás, que la avaricia rompe el saco, y deberían valorar si los mejores bancos atuneros, independientemente de que se encuentren en zonas peligrosas, valen todo ese dinero, poner el peligro la vida de los marineros y dejar en entredicho a todo un estado frente a una banda de delincuentes más escurridiza que esos peces que pretenden capturar. Cazador cazado...

Sólo quiero pensar que esto no es el final sino el principio de un cambio de actitud, que ésta ha sido una solución momentánea para este conflicto que nos ha venido grande y que, en lo venidero, tanto el gobierno español, como la Unión Europea y otros organismos internacionales tomen medidas para que o bien no se produzcan más secuestros, o que la solución no pase por satisfacer la voluntad de unos delincuentes.

Entre tanto, cada vez que hagamos el pequeño gesto de abrir una lata de escabeche, pensemos en lo que cuesta ese atún.