domingo, 26 de abril de 2020

cuadragésimo tercer día del estado de alarma. qué bonitas la margaritas

 

Hoy hay un poco más de vida en la calle. Primero fueron los árboles y luego fueron los niños, pero la vida, al final, reaparece. Hoy han dejado salir a la calle a esos seres bajitos que cantaba Serrat. Y lo que pudiera haber sido el séptimo domingo anodino con el silencio solo roto por el canto de los pájaros día a día cada vez más estridente, se ha convertido en una nueva sonoridad de voces infantiles. Cuánto tenemos que aprender de los niños. Cuánto tenemos que sacar a nuestro niño o niña interior. Nadie como ellos son capaces de asombrarse con lo cotidiano, que ya no lo es tanto. Solamente ellos son capaces de descubrir las margaritas del parque, admirar su belleza y decirlo abiertamente, como su fuera  la mejor obra de arte del mundo. Tal vez sea así.





sábado, 25 de abril de 2020

cuadragésimo segundo día del estado de alarma. la comunidad

 


Vivir en comunidad tiene sus pros y sus contras. Sociabilizas en momentos como este, sí, pero también tienes que soportarlos. Una comunidad de vecinos es una lotería con mala leche. Normalmente todo va bien... salvo cuando no lo va. todos sabemos que no hay nada más cainita e insufrible que una reunión de propietarios, en la que todo el mundo se arroga la potestad de imponer sus ideas porque son las mejores, y de paso, fastidiar al de al lado, o al de abajo. Pero no hace falta esperar a este ceremonial anual del desconcierto para que llegues a pensar que la única finalidad por la que han venido al mundo esos seres es para hacerte la vida imposible. Hoy me ha pasado. Hoy es sábado. Y el vecino de arriba se ha puesto a lijar la barandilla desde el punto de la mañana. Y tengo malos despertares.





viernes, 24 de abril de 2020

cuadragésimo primer día del estado de alarma. esto ya no es una cuarentena

 

Ya nos hemos pasado. Esto ya no es una cuarentena. Y aquí seguimos. La vida tiene que continuar, y lo hacemos desde nuestras casas, desde nuestros balcones, animándonos los unos a los otros. Apoyándonos los unos a los otros. Es lo más parecido a la sociabilización. Eso y las videollamadas. Somos seres sociales y, salvo excepciones, necesitamos de los otros para nuestro equilibrio (de la misma manera que también necesitamos estar con nosotros mismos). Ayer es lo que hicimos. E hicimos una celebración vertical, cada uno desde nuestra ventana. Porque si San Jorge venció al dragón, nosotros venceremos al bicho. Tardemos lo que tardemos.




jueves, 23 de abril de 2020

cuadragésimo día del estado de alarma. san jorge enmudecido



Tantos años matando al fiero dragón y es un minúsculo virus el que vence este año. Tanto que hasta San Jorge enmudece. El silencio de las imágenes, un día más, vienen a ser una metáfora de lo que no pasará hoy. De la no celebración. De la no fiesta. Del no día del libro. Del paseo Independencia desierto, de las calles vacías, con tan solo unas banderas en los balcones recordando que hoy, en casa, enmudecidos y confinados conmemoraremos como mejor podamos el día de Aragón.





miércoles, 22 de abril de 2020

trigésimo noveno día del estado de alarma. el silencio



El silencio de un vídeo mudo, en el que vemos los árboles azotados por el viento, pero no los oímos, vemos a lo lejos, por un lado, el monte de Valmadrid, por el otro, el de Alfajarín, en medio, un oasis dentro de la ciudad lleno de pájaros que tampoco los oímos. Hoy no oímos nada. Un confinamiento sonoro.



martes, 21 de abril de 2020

trigésimo octavo día del estado de alarma. sol, nubes y cierzo



Hay días que son un compendio de meteorología, que te asomas a la ventana y puedes ver el Sol, las nubes y el cierzo moviendo las copas de los árboles, todo a la vez. Lo llaman primavera. Ya llevamos un mes de primavera. Es eso que está pasando desde mi ventana en un día como hoy que me trae recuerdos de mi despertar a la vida, como despiertan perezosas esas flores fucsias del jardín. 


lunes, 20 de abril de 2020

trigésimo séptimo día del estado de alarma. una servidora



Una servidora, hoy lunes, 20 de abril, treinta y nieve años después de la canción de Serrat, y treinta de la de Celtas Cortos, proclama que las manzanas siguen sin oler, pero que vamos conociendo al vecino, y a los viejos no es que se les aparte, es que se nos van muriendo. El mar prosigue en su agonía de mierda y plástico y la Tierra ya no se conoce ni a ella misma en un mundo obsolescentemente programado donde ni salen las cuentas ni llegamos a ningún lado porque no vamos a ninguna parte. 

Ya ves, Joan Manuel, tampoco ha cambiado tanto. Solo vamos a peor. Por ahora.